
¿Se puede congelar el aceite de oliva?
Ya hemos dicho que, a pesar de tratarse de uno de nuestros productos más emblemáticos, es grande el desconocimiento que la mayoría de las personas tiene acerca del aceite de oliva virgen. Es como si, al tratarse de algo tan cercano y familiar, nos hayamos acostumbrado a su presencia desde siempre, sin cuestionarnos nada.
Porque España genera hasta un tercio de toda la producción mundial de aceite de oliva. Especialmente en Andalucía, y más concretamente, en Jaén y Córdoba, dos provincias que proporcionan hasta un 65% del aceite de oliva nacional.
Otro de los grandes interrogantes relacionados con el aceite es la vieja pregunta: ¿puede conservarse congelado y mantener todas sus propiedades? Esta pregunta interesa a muchos, y más cuando hablamos de Aceites de Oliva Virgen Extra calidad Premium, como es el caso de los productos de Oliva Elizondo.
Pues bien, la respuesta, sencilla y directa es: sí, el AVOE puede congelarse y mantenerse en perfectas condiciones.
Ahora bien, ¿tiene sentido hacerlo? El aceite de oliva virgen extra calidad Premium, tal y como ya se ha visto en algún que otro artículo anterior, tiene la capacidad de mantener sus propiedades intactas durante muchísimo tiempo, siempre y cuando lo conservemos correctamente, en un espacio a donde no llegue directamente la luz y que mantenga una temperatura ambiente sin grandes cambios. Así conservado, un AOVE de calidad puede mantener todas sus propiedades más allá de un año.
Así que sí, es correcto congelar el aceite de oliva, descongelarlo y consumirlo. Ahora bien, una vez descongelado, sí es recomendable consumirlo más rápidamente. No a la carrera, pero tampoco esperar meses o años. Porque una vez descongelado, el proceso de oxidación (y por tanto de degradación y pérdida de las excelentes propiedades naturales) avanza a una mayor velocidad que antes de la congelación.
Es habitual que en los lugares de clima más frío, en lo más crudo del invierno, el aceite de oliva pueda llegar a congelarse o a iniciar un proceso de congelación. Si vives en zonas así, habrás observado cómo el AOVE comienza a presentar cambios en su aspecto externo. Unas pequeñas manchitas blancas o diminutas bolitas pueden comenzar a brotar y podemos llegar a pensar que se está estropeando. ¿Te suena?
Pues bien, no debes preocuparte. Esas manchas o bolitas blancas que sí, se ven feas, es cierto, no tienen nada que ver con que el aceite se esté poniendo malo, ni mucho menos que esté perdiendo sus cualidades. Se trata de un tema químico. Los triglicéridos, que son las principales moléculas que componen el aceite, son diferentes entre sí. No responden al efecto de la congelación de la misma forma ni al mismo tiempo y a eso se deben esas extrañas bolitas que aparecen. Una vez descongelado el aceite, o llevado a la temperatura ambiente, ideal para su conservación prolongada, entre 11 y 22 grados, todos esos síntomas desaparecen y el aspecto del AOVE vuelve a ser el de siempre.
Pero no solo su aspecto. Pruébalo, hazte una ensalada y compruébalo por ti mismo. Tan rico como siempre, tan saludable. Tan maravilloso, nuestro oro líquido.